Como ejercicio contemplativo y durante 30 mañanas, en una hora concreta y en el mismo lugar, se hizo una fotografía.
Esta experiencia pretendía resituar a un individuo en el espacio que había sido su hogar después de un largo tiempo fuera del mismo. Por un lado, se pretendía estudiar hasta qué punto la erosión personal, esa de ser un externo en tu propio origen, se podía comparar con el desgaste y los cambios físicos del territorio. Por otro, este ejercicio se convirtió en un intento de volver a ser parte del paisaje, dialogar con él y entender su nuevo comportamiento.
Cianotipia sobre telas de algodón. 358x117 cm. 2021.

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